Existen dos posiciones antagónicas que nos pueden explicar la forma de percibir el fracaso. La primera, es aquélla donde el fracaso es nuestro destino, algo de lo que no podemos escapar, es el destino inexorable, nos sentamos a llorar nuestras penas sin hacer mas nada. Otra posición es la de analizar la situación; dónde estuvo la falla y qué lección podemos tomar de lo que pasó, manteniendo una actitud positiva y no desmayar hasta obtener lo que deseamos.
Muchas personas de renombrada trayectoria, consideran que el cometer un error es una “experiencia de aprendizaje” no es un “fracaso” sólo son las consecuencias de una determinada acción, para pasar a una nueva oportunidades de crecimiento.
Lo que nos distingue como seres humanos es la capacidad de aprender: definitivamente, lo que más nos enseña son los errores cometidos. Un fracaso es un camino menos que debemos tomar hacia el éxito.
Tomamos el fracaso en forma aislada, nos desmotivamos y frustramos, primando este sentimiento, cuando realmente lo que tenemos que ver es el contexto global. La vida está llena de oportunidades, con cada decisión nos exponemos al fracaso, esto es matemática pura, un porcentaje de errores en base a las oportunidades.
Si usted toma decisiones algunas cosas fallarán, la dimensión del fracaso se la damos nosotros mismos, de una forma subjetiva. La forma que miremos el fracaso puede determinar nuestros éxitos futuros.
Le damos a nuestros errores dimensiones de catástrofe, debido a quizás a temores internos que como seres humanos tenemos en mayor o menor medida, estos miedos se van formando desde temprana edad y pueden ser verdaderos obstáculos para nuestro crecimiento en la vida.
Es en nuestro interior donde se desarrolla esa capacidad de aprender de las experiencias vividas, para no cargar sentimientos de frustración culpa y dolor y tomar esa oportunidad positiva a emprender.
Orlando Llamas says
muy bueno, saludos!