La disciplina es indispensable para hacer eficaz toda obra común, pero debe ser libremente aceptada como resultado de la competencia, antes que impuesta como abuso del privilegio.
Es necesario aumentar la cultura técnica de los trabajadores, capacitándolos constantemente para las funciones que deben desempeñar en la sociedad.
La producción, fuente del bienestar común, será más fecunda cuando los productores mismos puedan organizarla, multiplicando su rendimiento en beneficio colectivo. Es conveniente para ello contribuir a formar los hábitos de cooperación en los trabajadores y en general.
Extendiendo a todos un mínimo de trabajo indispensable, a ninguno le faltará tiempo para cultivar las actividades destinadas a embellecer la vida común, manifestándose en arte y cultura, que elevarían moralmente a la sociedad entera.
Así mismo será posible asegurar a todos los que trabajan una existencia confortable y digna.
De allí el termino de paz y justicia. Las personas realizarán con organización y laboriosidad las funciones requeridas por la división del trabajo, haciendo concurrir al mismo fin, todos los esfuerzos a la armonía social de los resultados. La solidaridad en el esfuerzo da firmeza para realizarlo.
Si bien es cierto, en la actualidad aún existe la desigualdad de vocaciones y de aptitudes; por ello la importancia de la constante capacitación y actualización. Y mientras esto siga siendo una realidad penosa, los deberes y responsabilidades de ambos deben contribuir a la grandeza común.
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Debemos aprender de las hormigas, trabajando juntos por un unico fin consiguen cosas muy grandes.