Podríamos decir sin ninguna exageración, que la mayor parte de las personas que estamos aquí, gozamos de una buena salud, tanto física como mental; que somos buenos trabajadores y cumplimos lo mejor posible con nuestras responsabilidades; que nos esforzamos por respetar las normas que exigen nuestros superiores. Además, nunca hemos tenido un accidente grave….pero ¡ALTO!, todo esto puede cambiar en un momento.
En cuestión de pocas horas, una persona que ha sido considerada como prudente toda su vida, puede transformarse en propensa hacia la accidentabilidad, que quizás lo lleve al hospital o a algún otro sitio peor.
Generalmente pensamos que una persona propensa a un accidente es una persona rebelde y con una vida infeliz, con un historial de trabajo malo y una tendencia a beber más y muy a menudo. En cierta forma eso es verdad la mayoría de las veces. Hay estudios que han demostrado que la gente con problemas psicológicos permanentes a menudo sufren muchos accidentes que la población en general, sin embargo no debemos olvidar que en muchas ocasiones también las personas consideradas “normales”, que gozan de buena salud y que son muy juiciosas, pueden por alguna razón transformarse temporalmente en propensas a los accidentes.
El otro día preparando esta charla, me encontré en un libro con una información curiosa. Decía que hace muchos años un doctor estudio 35.000 accidentes durante 18 años, para llegar a la siguiente conclusión: “en el curso de la vida casi cualquier individuo que se encuentre bajo algún conflicto o presión emocional, puede convertirse temporalmente en propenso a los accidentes y sufrir una lesión”. En otras palabras, las posibilidades de tener un accidente aumentan cuando uno no se siente bien, cuando sé esta fatigado debido a las horas extras de trabajo, y después de haber tomado algunos tragos sobre todo.
Los problemas personales pueden ser, por lo tanto, la causa de accidentes. Ejemplos:
Un estudiante puede estar preocupado por las malas calificaciones; en una mujer soltera el temor de estar embarazada; un hombre que esté tramitando su divorcio; los problemas financieros pueden estar presionando a alguien; un hijo puede estar en el hospital con una enfermedad grave.
Pero no solamente las preocupaciones conllevan a los accidentes. Una situación feliz y deseable también puede hacernos olvidar ciertas preocupaciones elementales: la proximidad del matrimonio, el nacimiento de un hijo, un logro sobresaliente, una reconciliación matrimonial, una relación amorosa inesperada………. prácticamente cualquier cosa puede hacernos bajar la guardia y exponernos a sufrir un accidente.
Durante esos periodos de preocupación que hemos mencionado, es muy fácil olvidarse de la seguridad, la mente en esos casos se encuentra en otras cosas, y es cuando la irritación aumenta y la paciencia disminuye. Y si en ese momento de intensa preocupación nos encontramos cruzando una luz roja, tras haber acelerado furiosamente sin inspeccionar la intersección que vamos a cruzar… o en una situación diferente, sé esté sacando un resguardo y se coloca la mano en la parte en movimiento sin proteger.
Pero, ¿Cómo es posible vivir sin problemas? Yo no lose, ni nadie lo sabe. En vista de eso lo importante es saber como hacerle frente a los problemas y no permitir que nos controlen. Y para eso sí hay soluciones.
Hay muchas personas que se han dedicado a estudiar los problemas emocionales y sus consecuencias. Un psicólogo en una ocasión llegó a la conclusión de que se tenían más accidentes los seis meses anteriores y posteriores a un divorcio.
Dicen los expertos que una de las mejores formas de liberarnos de las emociones destructivas es hablando de ellas. Es tan efectiva aquí, en nuestro trabajo, como en nuestro hogar. No hay que permitir que el enojo se nos acumule. Hay que buscar una persona en quien tengamos confianza y hablarle de lo que nos está sucediendo. Si algún día por ejemplo tienen un problema emocional aquí o en la mina que les impida trabajar con seguridad, háganlo saber de inmediato.
Para terminar, quiero mencionar un estudio que hizo en una ocasión un psiquiatra. El estudio estaba basado en dos grupos de trabajadores en un almacén muy grande.
Uno de los grupos estaba formado por trabajadores que habían sufrido por lo menos cuatro accidentes en los cinco años anteriores. El segundo grupo incluía a personas que no habían sufrido accidentes en ese mismo periodo. El estudio revela una gran diferencia entre los dos grupos y la forma en que resolvían los problemas cuando estaban enojados. Los trabajadores que habían tenido varios accidentes no manifestaban enojo sino que lo acumulaban y los que no habían tenido ningún accidente podían ventilar su enojo cuando era necesario.
Nadie esta libre de poder sufrir problemas emocionales, pero todos podemos hacer algo para sobreponernos a ellos y evitar que nos crea una situación peligrosa.
Fuente: Natclar
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