Existen varias formas de fomentar el pensamiento creativo, pero serán de poca ayuda si antes no desterramos los limitantes de la creatividad. Partiremos de la premisa que no existe otra forma de desarrollar una habilidad sino practicándola continuamente en situaciones de la vida diaria. Bueno, reconozcamos los limitantes que nos impiden plantearnos estas situaciones.
La primera es conocida como Homeostasis, porque nos mantiene dentro del ambiente familiar y conocido, dentro de aquellas cosas que hicimos en el pasado. La sensación de bienestar es mayor, impidiendo arriesgarse por nuevas realidades. Significa permanecer en una «zona de confort«, resistiéndose a todo lo nuevo o diferente. Las personas que muestran este «impulso homeostático» tienden a sentirse incómodas con los cambios.
La segunda, tal vez más conocida es “el miedo al fracaso” o el temor a equivocarnos y cometer errores. Es un sentimiento muy humano el protegernos de situaciones que conlleven algún tipo de peligro. La obsesión por reunir información e investigar en exceso suele indicar un profundo miedo a equivocarse. Los especialistas denominan a esta obsesión «parálisis por análisis».
Ahora, ¿significa que ahora mismo dejaremos nuestro entorno seguro y asumiremos pruebas riesgosas?. Pues no, primeros es importante es reconocer si tenemos algunos de estos limitantes. Siendo el caso, es momento de plantearnos pequeñas pruebas en ambientes desconocidos, donde la solución sea desconocida. Recordemos como los grandes avances de la humanidad se han hecho a bases de muchas pruebas donde los errores han sido constantes. Empecemos por perder el miedo a lo nuevo.
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