Antecedentes Biográficos
Esta autora despertó mucho interés entre las psicoterapeutas feministas de orientación psicoanalítica en 1984 cuando apareció traducida por Gedisa su obra de 1978 «El Ejercicio de la Maternidad. Psicoanálisis y Sociología de la Maternidad y Paternidad en la Crianza de los Hijos» al poner de manifiesto las implicaciones para hombres y mujeres, y para el sistema sexo-género, de que la maternidad sea ejercida fundamentalmente por las mujeres. En esta obra demostró que «la división sexual del trabajo y la responsabilidad de las mujeres en el cuidado infantil están ligadas y generan la dominación masculina; que cualquier estrategia de cambio cuya finalidad sea o incluya la liberación social de lo femenino y masculino, debe considerar la necesidad de una reorganización parental fundamental, de modo que la parentalidad primaria sea una tarea compartida entre hombres y mujeres».
Es una autora muy prolífica y sus aportaciones tienen un enorme interés dentro de esta intersección particular del psicoanálisis con el feminismo. En 1994 pública «Femininities, Masculinities, Sexualities.
Freud and Beyond» (Londres: Free Association Books). En esta obra, más breve (132 págs.), la autora matiza que «lo que es importante para una persona son los significados culturales y psicológicos específicos que el género tiene para esta persona concreta. . . que el género es un ingrediente importante de la manera como aman los hombres y las mujeres y que el género está ligado a la historia psicobiográfica individual de cualquier persona» (pág. 91), de ahí que haya feminidades, masculinidades, sexualidades, en vez de una única categoría.
Finalmente, con la publicación de su último libro «The power of feelings», las ambiciones intelectuales de la autora se elevan a cotas muy altas hasta preguntarse por la finalidad y el sentido del psicoanálisis y de la vida. En esta obra, Chodorow describe como construirnos nuestra subjetividad, con género, y cómo al hacerlo nos impregnamos y creamos a la vez mundo interno y externo. Este trabajo es una joya. Trataré de mostrarlo con este texto, en el que utilizo el lenguaje de la autora así corno su estilo (utiliza el femenino genérico). No me he podido resistir a proporcionar una muestra de su buen saber.
El trabajo de Chodorow difiere de la teoría psicoanalítica tradicional debido a que ella distingue una relación fuerte entre la identidad de género y la organización del trabajo y la familia en las sociedades capitalistas occidentales.
Chódorow, señala que en los últimos dos siglos, la actitud maternal de las mujeres se ha separado de manera creciente de otras labores que se habían realizado en forma tradicional en el hogar (tal corno tejer). La industrialización eliminó a muchas personas que antes vivían en el mismo hogar y limitó el rol de los hombres en la vida familiar. Al mismo tiempo, los científicos sedales estaban enfatizando el significado de la relación madre-hijo. Chodorow argumenta que la reproducción contemporánea de la actitud maternal ocurre a través de procesos psicológicos incluidos en forma estructurada solamente. No es ni un producto de la biología ni de entrenamiento del rol intencional». Cree que «la actitud maternal de las mujeres se reproduce a sí misma de manera crítica. Las mujeres corno madres desarrollan hijas con capacidad maternal y el deseo de ser madres, madre-hija en sí misma». Por otra parte, las capacidades de crianza de los niños son limitadas y reprimidas en forma metódica conforme son preparados para trabajar fuera de la familia.
Las explicaciones respecto a la actitud maternal basadas en la biología o en la socialización del rol no son suficientes. No hay nada en la estructura física o instintiva de una mujer embarazada que la haga, especialmente adecuada para cuidar niños, ni aun después de nacido su bebé, meses en los que ella elige amamantarlo o no. La teoría psicoanalítica de las relaciones con los objetos ofrece una mejor explicación. La relación temprana entre madres y bebés establece una base para una actitud paternal en los niños de ambos sexos y «expectativas de que las mujeres serán madres». La actitud maternal satisface la necesidad psicológica de una mujer de intimidad recíproca iniciada durante su propia infancia cuando ella y su madre se consideraban una a la otra como extensiones de sí mismas. Las madres también están cerca de sus bebés varones, sin embargo, los perciben como diferentes y no experimentan el mismo sentimiento de «unidad» que tienen con sus hijas.
Cuando las mujeres se separan de sus madres da por resultado su incapacidad para recuperar a la madre (si establecen una relación heterosexual), mientras que los hombres pueden separarse y todavía recuperar a la madre por medio de una relación con una mujer adulta. Por consiguiente, hay una presión para que las mujeres permanezcan «ligadas» o conectadas mientras que para los hombres no hay una amenaza de pérdida al separarse de su madre.
Los desequilibrios en los acontecimientos familiares que se derivan de la actitud maternal de las mujeres conduce a un desarrollo diferente de la psique en hombres y mujeres. El establecimiento de la identidad de género ocurre en un periodo preedípico y hay diferencias sexuales en la experiencia edípica debido a esta conciencia y al involucramiento paternal. La personalidad de las mujeres se desarrolla en una forma que enfatiza las relaciones interpersonales en curso pero los hombres maduran para percibirse a sí mismos como disantos y separados. Esto prepara a los dos sexos para roles diferentes: actividades en las que no está implicada la relación para los hombres y actividades de relación para las mujeres. El desarrollo diferente de mujeres y hombres acrecenta de manera más profunda la actitud maternal de las mujeres preparándolas para asumir «los roles de género adultos que las sitúan de manera primaria dentro de la esfera de la reproducción en una sociedad desigual desde el punto de vista sexual”.Los hombres maduros, no acostumbrados a la relación psicológica estrecha, están satisfechos con dejar que las mujeres cuiden a los hijos.
El lugar primario de las mujeres y los niños en el hogar y el involucramiento de los hombres en la esfera pública «define a la sociedad misma corno masculina. Les da poder a los hombres para crear y· poner en funcionamiento instituciones de control social y político, siendo importante entre éstas controlar el matrimonio como una institución que expresa los derechos de los hombres sobre las capacidades sexuales y reproductoras de las mujeres y que a su vez refuerza estos derechos.
El desarrollo diferencial femenino y masculino conduce a discrepancias en la estructura actual de la crianza de los hijos. La actitud maternal de las mujeres garantiza que ésta se lleve a cabo. Sin embargo, el proceso crea tensiones emocionales y presiones que derriban el sistema de género sexual. Las mujeres que están aisladas en el hogar tienen un riesgo mayor de invertir en exceso en sus hijos y buscar que ellos satisfagan sus necesidades emocionales insatisfechas. Cuando se les permite a las mujeres hacer un trabajo constructivo significativo y tener relaciones continuas con personas adultas mientras crían a sus hijos, no son tan susceptibles de invertir en exceso en sus hijos. Cuando las mujeres son las únicas responsables de la crianza de los hijos, es más difícil para los hombres desarrollar «una sensación estable de yo masculino».
Si deseamos liberamos de esta desigualdad, tendremos (pie reestructurar la crianza de los hijos «de modo que la crianza primaria sea compartida entre los hombres y las mujeres».
En el libro de Chodorow, Feminism and Psychoanalytic Theory (1989), se puede observar el desarrollo de su pensamiento durante un cambio de profesión, de científica social feminista a psicoanalista. Creyendo que la teoría de las relaciones con los objetos no había generado una descripción suficiente del género ni un reconocimiento de la subjetividad de la madre. Chodorow amplió y mejoró la teoría por el camino de una contribución feminista. Cree que la teoría de las relaciones con los objetos está en un error al pensar en las madres de forma primaria como objetos para sus hijos.
El hecho de que las mujeres sean las cuidadoras fundamentales es experimentado de manera muy diferente por los niños y por las niñas.
Estas últimas se sienten conectadas de temor debido a que tienen que depender de una persona del sexo opuesto y más tarde alejarse de ella.
El desarrollo temprano de las niñas, por consiguiente, es optimista y positivo mientras que el de los n1nos es pesimista y negativo, implicando la represión del «afecto», de las «necesidades de relación» y de «un sentido de conexión”.
Sin embargo, cuando los niños llegan a los tres o cuatro años de edad, el poder cambia al dominio masculino. Se les da una nueva interpretación a las conductas relacionadas con roles sexuales di versos. Los hombre han causado esta interpretación nueva por medio de su poder y supremacía cultural, la cual está basada en su temor y resentimiento hacia las mujeres fuertes debido al poder de su madre sobre ellos. Chodorow cree que es «crucial» para nosotros reconocer que «las ideologías de la diferencia, las cuales nos definen como mujeres y como hombres, al igual que la desigualdad en sí misma, son producidas, social, psicológica y culturalmente por personas que viven y crean sus mundos sociales, psicológicos y culturales.
Chodorow, señala que la teoría de Freud no tan sólo subyuga a las mujeres. Freud dice cómo la naturaleza se vuelve cultura y cómo esta cultura llega a parecer y a ser experimentada como una «segunda naturaleza’.» Es más, Freud sugiere que estos procesos no suceden de manera tan tranquila, que esta reproducción del género y la sexualidad está llena de contradicciones y esfuerzos.
Chodorow, considera que si bien Freud indicó que su entendimiento de la psicología femenina era «vago e incompleto», desarrolló una teoría y trató a muchas mujeres. Ella aprecia «sus explicaciones clínicas, su defensa rotunda de las mujeres histéricas y su reprobación a las condiciones que conducen a la represión y la histeria en las mujeres… (al igual que] su tolerancia y entendimiento acerca de las variaciones en la elección del objeto sexual y en la subjetividad sexual».
Señala además que, «en contraste, el entendimiento de Freud respecto a las actitudes de los hombres hacia las mujeres y la feminidad no parece ser vago e incompleto en absoluto. Es específico, informativo, persuasivo, preciso y claro».
Freud dejó claro que su teoría edipica se derivaba de su propio autoanálisis. En este punto, la literatura biográfica sobre los primeros psicoanalistas se ha vuelto más disponible. En algunos de estos escritos, Anna Freud declaró su animosidad y envida de las madres malas por completo y su glorificación de los padres que son buenos por completo.
La especulación de Chodorow puede estar limitada a familias arraigadas en una separación del trabajo convencional. Algunos sugieren que su especulación «funciona sólo para familias nucleares blancas de clase media. Aun así es útil para explicar cómo las personalidades de género son recreadas por medio de la estructura social de la familia». Además «una prueba importante de su teoría implicaría el estudio de niños y niñas que son criados por hombres o en culturas en las que las mujeres no son devaluadas y la paternidad es compartida con más igualdad». Chodorow no es la única contribuyente importante al pensamiento psicoanalítico feminista. Entre algunas de ellas se encuentran NaomiWolf, Carol Gilligan, Anne Shaeff y Juliet Mitcheu. Chodorow se describe a sí misma como una «socióloga psicoanalítica y feminista psicoanalítica ‘interpretativa’ o incluso “humanista autodefinida». Su combinación interdisciplinaria única y su perspectiva radical hacen controvertida su técnica. En las reuniones de sociología ha escuchado ponencias sobre lo «absurdo» que es su trabajo. Encuentra que está siendo «considerada con más seriedad por los críneos literarios que necesitan una manera formal de pensar acerca del modo en que funciona la vida de un individuo».
Psicoanálisis y Sociologia de la Maternidad y Paternidad en la Crianza de los Hijos.
¿Es acaso natural y propio de la mujer la condición de madre? ¿Cuándo hay de cierto en el afamado «instinto maternal» que se atribuye a las mujeres?
Este es, en cierto modo, el eje en torno al cual gira este ensayo lúcido y audaz donde se enfoca la condición de madre desde una óptica cultural y sociológica. La autora, profesora de sociología de la Universidad de
California estudia el problema de la mujer en todas las sociedades, en su aspecto de principales educadoras y criadoras de los niños. Rechaza a la vez la hipótesis del instinto maternal y la teoría antropológica según la cual las mujeres se hacen madres por medio del aprendizaje.
Cree en cambio que en la primera infancia las relaciones de objeto entre la niña y su madre son en gran medida diferentes de las del niño con su madre. Así es que la función del padre, por ejemplo, tradicionalmente relegado o desplazado en la formación familiar, adquiere relevancia equivalente a la de la madre, de tal modo que ser padres constituye una vocación y una responsabilidad que no reconoce diferencia de sexos de fortalecimiento: controversias contemporáneas.
Referencia Bibliográfica
Luza, R., (2005), Psicología de la Personalidad, Arequipa, Perú
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