Las organizaciones no solo crecen y se desarrollan sino que también suelen experimentar profundas crisis, declinación y hasta la muerte o desaparición.
Las crisis devienen a raíz de problemas de mayor gravedad que la corriente que en primer momento la organización no sabe o no puede solucionar, hasta que halla el modo de hacerlo sin que ello signifique su transformación. Una crisis no controlada puede llevar a la desaparición de la organización.
La declinación es un estado que se caracteriza por la pérdida paulatina del nivel de actividad. Es una perdida como se dice en el lenguaje aeronáutico.
La muerte o desaparición implica el fin de la organización como tal, puede ocurrir que quiebre o que sea comprada o absorbida por otra organización que se hace cargo de su patrimonio o sus activos y la integra a su propia gestión.
En definitiva las organizaciones tienen su ciclo de vida como los productos y hasta como los seres humanos pero a diferencia de estos últimos pueden perdurar durante siglos, renovándose a veces en forma reiterada y substancial.
Además las etapas de su desarrollo no están predefinidas y es difícil predecirlas para el mediano y largo plazo.
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