Pocas personas se toman el tiempo de aprender y memorizar los nombres tan bien como podrían o deberían hacerlo.
¿Por qué olvidamos los nombres o nunca los aprendemos? Probablemente porque no nos hemos dado cuenta de lo importante que es recordarlos, y de cómo se debe sentir la otra persona cuando uno olvida su nombre.
Al recordar el nombre de alguien está usted diciendo muchas cosas: “Me caes bien”, “eres importante para mí”, “me interesa”, “vale la pena acordarme de ti”. Recordar los nombres puede significar una gran diferencia respecto a cómo se sienta la gente que trabaja para usted.
Para recordar cómo se llama una persona, trate de pensar en algo que pueda asociar con su nombre. Por ejemplo si un trabajador se apellida Huertas, piense en una huerta.
Tome en cuenta que la palabra más importante en el vocabulario de cualquier persona es su nombre. Es la única palabra que realmente se refiere a el o ella en particular. Olvidarse de un nombre es como olvidarse de la persona o ignorarla. Si usted desea que las personas sepan que se interesa por ellas, ¡Aprenda y recuerde sus nombres!
¿Qué haría usted?
Veamos la siguiente situación: Hay tres nuevos empleados en otro departamento y usted no sabe sus nombres. Son trabajadores con los que usted se encuentra y con los que tiene que trabajar de vez en cuando. Debería saber cómo se llaman. Se los presentaron hace algunas semanas, pero no logra recordar sus nombres y la idea de preguntarles otra vez le incomoda ¿Qué haría?
Ser honesto: Confesarle que no entendió bien sus nombres y pedirles que se los repitan. Luego hacer el esfuerzo de recordarlos.
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