El temor de los empleados por dar a conocer sus opiniones suele ser una causa de la insatisfacción en el trabajo. Esta desconfianza se debe más que a políticas de la empresa, al trato personal de supervisores y gerentes. Debido a ello muchas inquietudes sobre las funciones y quejas sobre la forma de trabajo van quedando de lado por el temor a una posible sanción o incluso al despido.
Obviamente que un empleado temeroso y frustrado no será productivo. Normalmente los empleados jóvenes son los más desconfiados para dar a conocer sus puntos de vista en la empresa. Por eso los empleadores deben colocar a supervisores y gerentes que proyecten el adecuado clima de confianza a los trabajadores.
Guardar silencio en el trabajo conlleva considerables costos. El autor Joseph Grenny sostiene que la estrategia aparentemente ‘segura’ de no enfrentar una situación laboral insatisfactoria, en realidad no es segura. Grenny sostiene que este vacio de comunicación niega al trabajador la posibilidad de adquirir nuevas habilidades.
Los empleadores deben eliminar la idea que la confrontación de ideas genera falta de respeto y daña la cadena de mando. Al contrario, las relaciones basadas en la franqueza y confianza fomentan la honestidad y el respeto. Un trabajador tendrá mayor respeto y consideración por un superior que sí escucha sus opiniones, aumentando su motivación en el trabajo.
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