¿Cuántas veces le ha pasado que compra un producto en el supermercado, lo almacena en su despensa y cuando lo quiere usar revisa su fecha de vencimiento y se da cuenta de que ya expiró hace meses? Usted dirá: ¿qué tiene que ver esto con el aprendizaje? La respuesta es; más de lo que cree.
Cuando seguimos una carrera profesional, estudiamos seminarios, cursos o una maestría, los conocimientos adquiridos también tienen una fecha de vencimiento. Si aprendemos algo lo guardamos en una despensa de conocimientos y no lo aplicamos rápidamente, es probable de que cuando lo queramos usar ya sea obsoleto.
Hoy en día no sólo la velocidad de la creación de conocimiento se ha multiplicado, también se han multiplicado los medios donde conseguir el conocimiento. Recuerde que solo hace diez años ¿Cuántos libros nuevos aparecían sobre un tema? ¿Se usaba internet? ¿Cuántos canales de televisión había? ¿Con que velocidad aparecían nuevos conceptos empresariales? ¿Cuántos cursos y programas existían a distancia? Verdaderamente la realidad era otra.
Hoy en día la velocidad de aparición y distribución de conocimientos es más rápida que la velocidad con que el ser humano puede aprenderlos. Lo más probable es que en el futuro las instituciones educativas entreguen sus diplomas con fecha de vencimiento. Las entidades educativas deberán orientarse cada vez más hacia la formación de habilidades que nunca venzan, que sean independientes del tiempo. Por ejemplo, la habilidad de aprender a aprender, la habilidad del pensamiento crítico, la habilidad del trabajo en equipo, liderazgo, entre otras.
Para desarrollar estas habilidades tendrán que cambiar sus sistemas tradicionales de exposiciones teóricas por metodologías activas donde la gente aprenda haciendo.
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