Los tiempos cambian, y las sociedades y sus necesidades también. Así como la nueva era del conocimiento implica que las empresas sean más competitivas según la gestión del capital intelectual, un componente vital es el ambiente laboral; el fruto de la relación de la empresa con sus empleados en el día a día.
La medición del ambiente laboral es la herramienta indicada para analizar cuál es la percepción de los trabajadores en torno a la empresa y a su desempeño en el mercado, es el medio que permite trabajar en pro de un ambiente óptimo.
En la Era de Información, investigación y cambio, que llega a directivos y trabajadores, una gestión responsable del capital humano debe estar necesariamente centrada en la gente.
La importancia del análisis de nuestro ambiente laboral, nos permite conocer si las prácticas de la empresa tienen una percepción positiva o negativa en los trabajadores, si se consideran a sí mismos como espectadores apáticos o parte activa de los procesos organizacionales. Los trabajadores suelen enlazar estas ideas con perspectivas y anhelos propios, que son difíciles de conocer para la alta dirección si no es a través de una comunicación directa.
Un grato ambiente laboral depende de líderes que motiven, formen equipos y que manejen la comunicación como eje fundamental de la relación.
Un ambiente laboral negativo repercute directamente en los objetivos de la empresa y por más invisible que pueda parecer su influencia, es sinónimo de baja productividad, aumento del conflicto interno y de la mala imagen de la empresa.
Es en definitiva una visión global de la empresa, sociedad conformada por individuos interrelacionados entre sí en un objetivo común que con la empresa. Es su actitud dinámica y en constante evolución, lo que determina la permanencia de una empresa en un mercado competitivo. Es la actitud del líder horizontal lo que garantiza un ambiente laboral positivo y generador de nuevas ideas y acciones.
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