En todo centro de trabajo, antes que los capitales, el equipo productivo y los instrumentos mecánicos, está el conjunto de personas de cuyo esfuerzo inteligente y coordinado depende el éxito de la empresa. Todos han de contribuir conjuntamente con el objetivo de satisfacer tres intereses comunes:
- El interés del público consumidor, gracias al cual existe la empresa.
- El interés de todos los que trabajan y forman parte de la organización.
- El interés de los accionistas que aportaron los capitales a la compañía.
Es menester que el personal posea un espíritu de equipo para que los esfuerzos y trabajos realizados en conjunto alcancen el éxito anhelado. Asimismo, se requiere plantear objetivos comunes y establecer una adecuada organización de las labores con el propósito de coordinar el desempeño individual de los trabajadores conforme a determinadas directivas, métodos y ritmos de trabajo.
Los métodos y procedimientos deben ser comprendidos por todos, no solo en la parte que les corresponde individualmente, sino en todo lo que contribuya al éxito común. Para ello es indispensable que los directivos y ejecutivos de la empresa ayuden a formar en las mentes y en los corazones de todo el personal la imagen de la obra común y la adhesión a ella. El fomento de tal espíritu de equipo es una de las responsabilidades centrales de la gerencia.
Antes de nada, resulta fundamental que la gerencia defina los principios rectores de su política en términos de metas y objetivos. Además es indispensable definir claramente que es la empresa, que fines inmediatos persogue, cuáles son sus fines a largo plazo, como entiende y porque se busca la eficiencia y la utilidad máximas y que principios morales rigen la consecución de los objetivos.
“Antes que el equipo mecánico, la materia prima y el capital, lo importante en una empresa o negocio es su equipo humano, gracias al cual la organización logra la eficiencia y el exito”
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