Hoy en día se necesita que lo líderes deleguen mas funciones, el cliente no espera y se requiere que el personal tenga capacidad de respuesta inmediata. Sin embargo existe una barrera para lograr ese objetivo. El ego del líder.
Cuando asista a una reunión, haga el experimento de ser muy sociable; participe en diferentes grupos, pero no diga una sola palabra, solo escuche. Probablemente escuchará a un grupo juzgar a una persona ausente, espere a que le toque su turno y cuando llegue; no lo haga, no juzgue, ocurrirá el fenómeno de arrepentimiento en masa.
¿Por qué tendemos a juzgar a las personas ausentes? Por el deseo de nuestro ego de subir sus sentimientos de valor y competencia personal. Al juzgar a otra persona bajamos para, subconscientemente ubicarnos nosotros mismos por encima de ella. Quienes tienen una baja autoestima normalmente poseen un ego fuerte, una personalidad inferior que requiere desesperadamente subir la autoestima de forma ficticia. Al juzgar a otras personas sentimos una sensación personal de competencia o valoración.
Los líderes que tienen un ego fuerte, causan muchos problemas interpersonales en la organización. Un líder que busca errores en su personal para sentirse superior, competente y valorado, lo desmotiva; porque solo ve los aspectos negativos. Un jefe que siempre tiene la razón obstaculiza el aporte de ideas creativas de su personal.
No permite que alguien lo contradiga, puesto que esto significa confirmar que no es capaz. Al líder perfeccionista, que exige que todo salga 100% perfecto, le basta un problema insignificante para maltratar a su personal y convertir todo en una catástrofe. No está mal buscar la excelencia, pero los líderes creen que no tener el 100% perfecto, significa sentirse totalmente incompetente.
Finalmente esta el líder protagonista que no deja destacar a ningún subordinado; es tan inseguro que su ego trata de aprovechar todas las oportunidades para mostrarse como el único capaz y exitoso ante la gerencia superior.
Las manifestaciones del ego son comportamientos que afectan nuestras relaciones interpersonales sin que nos demos cuenta. El ego esta disuelto en nuestra personalidad, razón por la cual es difícil extraerlo. Creemos que somos el ego, pero en realidad somos mucho más.
Como líderes tenemos que despertar y entender que somos más que egos. En el fondo poseemos el dese de servir a nuestro personal y ayudarlo a desarrollarse. Es nuestro reto deshacer las cadenas que nos esclavizan al ego.
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