La fortaleza emocional es la capacidad de las personas para conocer y gestionar sus emociones. La parte racional del cerebro sólo utiliza el 10% del mismo, mientras que la parte emocional utiliza el 90% restante, esto hace imprescindible la educación de las emociones. Hay tres componentes imprescindibles y a su vez complementarios entre sí para lograr la capacidad de liderar los estados emocionales que influyen en nuestras acciones:
1. La conciencia emocional es la capacidad de interpretar y comprender nuestras emociones y estados de ánimo. Al tomar conciencia de nuestras emociones abrimos la posibilidad de intervenir en su diseño y transformación.
2. El autodominio emocional implica adquirir las herramientas necesarias para salir de los estados de ánimo disfuncionales, en función de poder responder de manera más eficaz y apropiada a cada situación.
3. El liderazgo emocional es la capacidad para generar los estados emocionales en nuestro entorno laboral, que funcionalmente ayudarán a la calidad de nuestras decisiones y acciones, estableciendo vínculos en la consecución de nuestros objetivos.
Con el liderazgo emocional podemos tener la habilidad de crear un clima de serenidad si debemos tomar una decisión consensuada, de apertura y confianza si estamos en un proceso de negociación, o de entusiasmo y motivación si debemos afrontar grupalmente un desafío.
Tanto la razón como la emoción son elementos ineludibles del un ser humano integro y en la práctica cotidiana se manifiestan en una relación de interdependencia y mutua influencia. Por eso más que determinar la mayor importancia de alguno, es mucho mejor plantearse el desarrollo de ambos en un contexto de armonía y equilibrio, para llegar a una vida plena y feliz.
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